México tiene
razones de peso para recordar el segundo día del décimo mes del año. La primera
es claramente un hecho reprobable por parte de las fuerzas del orden hacia un
grupo de estudiantes en la plaza de las tres culturas, hace 44 años. Pero ese
asunto no es el que nos compete aquí, sino lo ocurrido hace exactamente siete
años en la capital de Perú.
Corría el año
de 2005 sin ninguna motivación aparente. Mis Pumas poco a poco caían a lo más
bajo de la tabla porcentual después de que el año anterior conquistaron todo.
México vivía un proceso sólido al mando de Ricardo Antonio la Volpe y acababa de
terminar una representación más que digna en la Copa Confederaciones, quedaba
asegurar el pase al Mundial de Alemania; nadie volteaba a ver lo que sería la
gran alegría del fútbol mexicano en la primera década del siglo XXI.
Nunca pensado…
Los medios de
comunicación apenas y le daban seguimiento a esa generación comandada por Jesús
Ramírez, pocos veían los partidos en vivo, yo mismo miraba con ojos de indiferencia
a esa selección de desconocidos. Todos pensábamos que ya no quedaban más
sorpresas para ese año.
La primera
ronda paso sin grandes expectativas. Se le ganó a Uruguay (que ya son clientes
juveniles), a Australia y se perdió con Turquía quedando en segundo lugar del
grupo B.
Costa Rica. El principio de la hazaña.
No fue sino
hasta el partido de Cuartos de Final donde todo el país volteamos la mirada
hacia esos héroes sin nombre. Un autogol de Efraín Juárez le estaba dando el
pase a semifinales a Costa Rica, desfondado el conjunto tricolor logró sacar
apenas el empate al minuto ’88 con un gol del ex-villano del encuentro, Juárez
nos mandó a tiempo extra. Seis minutos empezado el primer tiempo de
complementación cayó lo que sería la loza de concreto para los ticos, un gol de
Ever Guzmán, aderezado con otro de Carlos Vela al ‘109. Se escribió así la
historia del pase a semis.
Semifinales, Holanda, goleada, realidad.
El 29 de
septiembre, me animé a sintonizar el canal 7 para ver como “le iba” a México en
una semifinal imposible contra la juvenil Naranja Mecánica. Dominio total, de
principio a fin, marcador de escándalo, humillación ajena, nada de sueños,
fútbol y realidad. Después de lo conseguido contra los ticos, comenzaron los
comentarios de un posible campeonato Sub-17, que rápidamente fueron apagados
cuando se supo que el rival sería Holanda. Nuevamente cayeron las expectativas
de lo que se podía conseguir, sin embargo los niños héroes del fútbol tenían
una idea diferente. Cuatro goles fueron el resumen perfecto con el que México
destrozó a los europeos. Dos del “duendecito” Villaluz, uno de Héctor Moreno y
Ever Guzmán para cerrar la cuenta.
Aunque usted no lo crea… México campeón del mundo.
Venía la gran Final, faltaba rival que se conocería tres horas después terminada la goleada contra Holanda. En un duelo de alarido, Brasil se convertiría en el rival, 4-3 el marcador ganándole a una aferrada Turquía. 5:00 p.m., pitazo inicial, un ojo al gato y otro al garabato, a la par de la final Sub-17 se jugaba el primer partido de la NFL fuera de los Estados Unidos: 49’s de San Francisco contra Cardenales de Arizona ante un lleno en el estadio Azteca. Un estruendo invade el Coloso de Santa Úrsula, la pantalla gigante del estadio proyecta las imágenes del momentáneo 1-0, del optimista 2-0 y del definitivo 3-0. Los jugadores de ambos equipos no tienen idea de lo que pasa.
De vuelta en
Perú, México ganaba 2-0 al medio tiempo obra de dos magníficos tantos de Carlos
Vela y Omar Esparza. El tercero, al ’86, obra de arte por parte de Ever Guzmán,
¿mi reacción? Quitarme la playera de México (que ya no encuentro) que tenía
puesta, correr en topless por la casa gritando “¡¡¡Campeón, campeón!!!”
¡SÍ se puede!
El parte aguas
que fue el campeonato Sub-17 de Perú puso en claro por donde estaba el progreso
del fútbol mexicano: en la juventud. Sí, la mayoría de los jugadores de esa
generación se perdieron, pero a partir de ese momento, los directivos y
dirigentes emprendieron una serie de acciones y campañas para darle apoyo a las
fuerzas básicas, el futuro del balompié azteca. Los torneos juveniles, primero
sub-20, después se les unió sub-17 y actualmente contamos desde categorías
sub-13. ¿El resultado? 2011: Campeón Sub-17 de nuevo, tercer lugar del mundial
Sub-20 en Colombia. 2012: Campeón del torneo Preolímpico, campeón del torneo
Esperanzas de Toulon y por supuesto campeón del torneo olímpico Londres 2012.
Cabe destacar que a la generación dorada de 2011, SÍ se le ha dado seguimiento. El 80% del plantel campeón es ahora la selección sub-20 que se prepara para ir en el 2013 al mundial de la categoría en Turquía. Éste equipo ganó además este año dos torneos en Holanda y uno más en territorio asiático. ¿Se podrá un campeonato sub-20? SÍ, SÍ SE PUEDE.
Brasil, el cliente.
Sí, aunque no
se crea, todas las finales en categorías diferentes en que México se ha
enfrentado a Brasil siempre, SIEMPRE ganan los aztecas. Confederaciones de
1999, Sub-17 de 2005 y claro la final Olímpica de este año.
En el 2005
México le dijo al mundo que sí se puede, nos hizo gritar de emoción sintiéndonos
los número uno por primera vez en el deporte que tanto apasiona a la nación
entera, se comprobó que con esperanza y buen trabajo se consiguen las cosas.
Sin pensarlo esos 21 jóvenes dejaron sembrada en nosotros una semilla, que la
historia y el deporte de las patadas se han encargado de empezar a florecer
para que dentro de unos años pueda cosechar en un ya para nada imposible, en un
visible y ¿por qué no? Alcanzable… México,
campeón del mundo.
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